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Durante más de 30 años, Jaime Mercado
condujo un camión que transportaba
productos de un almacén a las tiendas
locales, y un autobús que llevaba
estudiantes hacia y desde la escuela. Sin
embargo, pensó que sus días de conducir
habían terminado cuando sus persistentes
heridas abiertas del pie derecho, causadas
por la diabetes, resultaron en la amputación
de sus dedos del pie.
Hace varios meses, después de un
tratamiento poco exitoso en clínicas para
pies de Manhattan, el hombre de 64 años
llegó al Centro de Atención de Heridas
y Medicina Hiperbárica del SBH Health
System donde su tratamiento ha incluido
terapia de oxigenación hiperbárica (HBOT),
el uso de sustitutos de piel y la extirpación
de tejido dañado.
Las llagas de los pies, también conocidas
como úlceras, son un riesgo primario
de la diabetes, y hay estudios que
demuestran que aproximadamente uno
de cada cuatro diabéticos tiene
probabilidad de desarrollarlas en el
transcurso de su vida. De estos, uno de
cada cinco se someterá a una amputación
en un plazo de cinco años a partir de la
formación de la úlcera. Las úlceras de pie
diabético ocasionan el 85 por ciento de
las amputaciones de piernas. Los altos
niveles de azúcar en la sangre ocasionados
por la diabetes, con el transcurso del
tiempo, afectan los nervios y causan
una circulación deficiente. Esto dificulta
que la sangre, necesaria para la reparación
de la piel, llegue a áreas del cuerpo
afectadas por estas heridas.
Los efectos de la HBOT
Cada día, durante 90 minutos, en un total
de 60 sesiones, Mercado se recuesta
en la cámara de oxigenación hiperbárica,
un tubo transparente que suministra 100
por ciento de oxígeno inhalado a una
presión mayor a la del nivel del mar.
Pasa este tiempo viendo televisión. Como
es claustrofóbico (se niega a usar una MRI
cerrada), toma un sedante leve una hora
antes de entrar a la cámara para relajarse.
La terapia funciona con la “alimentación
forzada” del oxígeno a través de
los pulmones al resto del cuerpo. El
aumento de oxígeno, más de 10 veces
la cantidad normal del torrente sanguíneo,
promueve la actividad de los glóbulos
blancos, alienta el desarrollo de tejido y
mejora el crecimiento capilar.
De acuerdo con el estudio, los diabéticos
que sufren de úlceras en los pies, evitan
la amputación el 61 por ciento de las veces
cuando se someten a un tratamiento
de heridas tradicional. Ese número aumenta
dramáticamente, hasta 89 por ciento,
cuando se añade una HBOT.
Aunque “cada úlcera tiene su propia
historia”, dice el Dr. Andrew Campbell,
podiatra del Centro, quien ha visto un índice
de éxito alto con la HBOT en los pacientes
con úlceras diabéticas. Los riesgos de
la HBOT son mínimos, añade, y la mayoría
de los pacientes puede tolerarla.
Además de la HBOT, el médico limpia
las úlceras del pie de Mercado y le aplica
un yeso de contacto cada semana. El yeso
alivia la presión de las heridas abiertas
de la parte inferior del pie (una opción
al reposo en cama). En este momento,
un enfermero revisa el azúcar en su sangre
y toma una fotografía de su pie, que muestra
una gran mejoría.
Aunque el progreso ha sido lento, tanto
el paciente como el equipo médico se
sienten complacidos con la mejoría.
Mercado finalmente se siente seguro de su
futuro. Dice que espera volver a la vida que
tenía antes. Esto incluye conducir de nuevo.
El Centro de Heridas
tiene
la
cura
para
úlceras de pies
H
ace cuatro años y medio, Loretta Fleming pesaba 378 libras
y tenía un nivel de glucosa en la sangre que superaba
los límites. Cuando un hombre consideró que ella podía tener
la enfermedad y le entregó un volante para una serie de talleres
sobre el autocontrol de la diabetes, pensó, “¿Qué tengo que
perder?” En las próximas semanas, la que alguna vez fue
asistente de enfermero asistió a varias clases semanales.
La información cambió su vida, en los siguientes meses perdería
130 libras y reduciría su nivel de glucosa en la sangre a la mitad.
Ahora trabaja para ayudar a sus hijos, su hijo de 31 años
que tiene diabetes y su hijo de 18 años que se acaba de enterar
que tiene prediabetes.
“Aprendí a leer etiquetas, a comer con moderación y
en porciones”, dice. “Aprendí a abogar por mí, asegurándome
de que el médico me explicara las cosas a mi nivel y que podía
hacer preguntas”.
Loretta acogió el programa con tanta pasión que se inscribió
en el curso pedagógico intensivo de colegas de siete semanas,
aprendiendo el currículo desarrollado por el Centro
de Investigación de Educación para el Paciente de Stanford.
Esto la certificó a ella y a otros, para convertirse en instructora
del Programa de Autocontrol de la Diabetes de Health People.
Desde entonces, calcula que ha compartido esta información
con aproximadamente 125 personas de su comunidad, muchas
de las cuales carecían de hasta el más básico conocimiento
de una enfermedad, que, si no se controla, puede causar
estragos en sus vidas. Multiplique ese número por las demás
personas sentadas a la mesa esa mañana, mujeres como
Heidi Rodney, una ex maestra con diabetes que ahora prepara
licuados saludables en lugar de tomar refrescos, y está muy feliz
de enseñar de nuevo; Pamela Washington, que bajó 28 libras
después de haber tomado el taller, y desde entonces
ha sido educadora colega de la diabetes para drogadictos con
la enfermedad; y Nadeem Moore, que tiene prediabetes
y familiares que han sufrido las crueldades de la diabetes
no controlada, incluyendo amputaciones y ceguera, y enseña
a sus estudiantes a “no cruzar la línea”.
Los talleres, cuyas clases son impartidas por dos educadores
colegas, en inglés y en español, proveen información valiosa
al grupo de entre 12 y 20 estudiantes: cómo comer sano,
monitorear su azúcar en la sangre, ejercitarse, pensar
positivamente, tomar sus medicamentos, cuidarse los pies,
comunicarse con sus proveedores de servicios médicos
y manejar el estrés. Los estudiantes desarrollan un plan
de acción semanal, que detalla cuántas horas al día y cuántos
días a la semana siguen su plan (caminar dos millas, reducir
el consumo de refrescos, alejarse de los dulces) y medir,
en una escala del uno al 10, cuánta confianza tienen de lograrlo.
Si se quedan cortos, pueden preguntar a los maestros
y compañeros sobre las medidas a tomar. Por ejemplo, si alguien
aún compra refrescos, pueden evitar ese pasillo cuando vayan
al supermercado.
Loretta Fleming, mientras tanto, constantemente ve a sus
estudiantes en el vecindario, muchos de los cuales la abrazan
por haber ayudado a cambiar sus vidas. “Se me acercan
para decirme cómo están y para decirme que ‘Muchas de las
cosas que me ha enseñado, aún las sigo haciendo’”, dice.
Ella no duda de la eficacia de sus esfuerzos. “Este es un
programa que sé que funciona”, añade. “Puede funcionar para
cualquiera. Solo véanme”.
Health People
Recurso de la comunidad para combatir la diabetes
La estrategia usada por Health People
para combatir la diabetes, enemiga
más resistente del Bronx, es sencilla:
encontrar personas compasivas en
la comunidad que hayan presenciado
la enfermedad de primera mano,
darles las herramientas que necesitan
para combatirla e involucrarlas con
la comunidad para ayudar a otros.
Health People es una de más de 200
organizaciones de Socios del Bronx
para Comunidades Saludables
del SBH Health System, cuya misión
compartida es cambiar la salud
de las personas que viven en el condado
menos saludable del estado. Un frío día
de marzo, aproximadamente una docena
de “educadores colegas de la diabetes”
de Health People se encuentran en
una mesa de conferencias en el sur
del Bronx, dialogando apasionadamente
sobre lo que los llevó hasta ahí y cómo
están cambiando las vidas de quienes
están sufriendo por la epidemia
de diabetes del condado.
Loretta Fleming, paciente de diabetes y educadora de Health People.
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