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Este caso cuenta la experiencia de
una familia del Bronx enfrentada con
el dilema de cuidar de un ser querido
que padece la enfermedad de Alzheimer.
En el SBH, nosotros nos ocupamos
de todas las necesidades de salud
que los envejecientes pueden tener
en nuestro centro de salud Senior.
Trabajando de cerca con la familia
y amigos, ayudamos a nuestros pacientes
mantenerse activos e independientes.
M
i esposo y yo vivimos a unas pocas
cuadras de la casa de mi mamá
y papá. Realmente no nos imaginamos
que podrían necesitar nuestra ayuda por
lo que nos contentamos con solo visitar
los fines de semana y feriados. Teníamos
que pasar mucho tiempo con nuestros
hijos y nuestras propias vidas.
Todo eso cambió cuando mi mamá me
llamó para decirme que papá no estaba
exactamente “bien” y parecía olvidarse
las cosas con mas frequencia. Descubrió
que se había olvidado de pagar la factura
del teléfono y, una vez, había sido traído
a la casa por un vecino bondadoso
que lo vio parado solo y confundido
en la calle. Mama dijo que ya por un
tiempo se habia dado cuenta de que
su memoria se estaba deteriorando,
y pensó que solamente era porque
estaba envejeciendo. Pero, a la noche
siguiente se levantó a las 2 AM, se vistió
completamente pensando que era de
mañana, y trató de salir afuera. Insistía
que tenía que ir a la oficina de correos.
Aunque pudo detenerlo, ella estaba muy
preocupada e inquieta.
Comencé a parar en el supermercado
cada noche para asegurarme de que
mamá tenía todo lo que necesitaba.
Ella queria evitar a toda costa salir de
la casa aún para ir de compras, miedo por
Manejo de Alzheimer:
HISTORIA DE UN CUIDADOR
Como dice Joel Sender, MD, Director de División, Geriatría
6 | SBH Cuidamos
SU
Salud
de que papá deambulase fuera de
la casa. Comencé a pasar tanto tiempo
ayudando a mamá que mi esposo tuvo
que empezar a pasar a buscar a los niños
después de la escuela. Pronto, mi esposo
y yo estábamos alternándonos para
pasar la noche en el sofá de mis padres,
para darles una sensación de seguridad.
Pero la memoria y conducta de mi papá
continuaron empeorando y en unos pocos
meses era claro que necesitábamos
ayuda. Sólo que no teníamos idea
de a donde recurrir por ayuda.
Mis padres visitaron a un solo doctor
familiar por muchos años, pero se había
jubilado y no habían encontrado a alguien
para reemplazarlo. Estaban reacios de ir
a un doctor “nuevo” y yo no conocía
a nadie del personal de la nueva clínica
sin citas cercana.
Las cosas se dificultaron realmente
cuando papá comenzó a enojarse cuando
no lo dejábamos salir del departamento.
Decía que iba a visitar a su mamá, a pesar
de que la abuela murió 25 años atrás.
Un día, estaba tan confundido y molesto
que trató de golpear a mamá. Fue un
día tristísimo cuando pensamos que
cabía la posibilidad de que papá
ya no podría vivir en el hogar. Nunca
nos imaginamos que íbamos a tener
que pensar en esto, pero la seguridad
de mamá era también importante.
Sabíamos que esta no era una enfermedad
mortal, pero era grave, y estaba
destruyendo a nuestra familia. Llevamos
a papá a la sala de emergencias del
Hospital St. Barnabas. Los doctores
y enfermeros escucharon pacientemente
nuestra historia y luego nos presentaron
a un enfermero geriátrico registrado
de práctica avanzada, (NP). Nos hizo
preguntas sobre cómo vivíamos, la salud
de papá, sus condiciones médicas,
sus medicamentos y nuestra habilidad
y deseo de continuar cuidando de él;
era muy diferente hablar sobre las cosas
que son importantes todos los días con
profesionales médicos que verdaderamente
comprendían nuestro problema.
Nos dijeron que no era necesario que
papá viviese en otro lugar, que teníamos
todos los recursos necesarios para
cuidarlo exitosamente en el hogar, donde
pertenecía. Nos por nos dirigieron
a un Centro de Salud de Envejecientes
donde conocimos a un equipo de
profesionales de la salud, geriatras,
enfermeros practitioner geriátricos,
un farmacéutico, un trabajador social,
y un asesor de pacientes dedicado
a pacientes envejecientes, informados
completamente de los problemas de
papá y nuestro predicamento familiar.
Recibimos un asesoramiento excelente
del gerente de casos y nos presentaron
personas maravillosas de CaringKind,
la fuente líder de asesoramiento en
el cuidado de pacientes con Alzheimer
y demencia en Nueva York. Nos ofrecieron
instrucción sobre cómo enfrentar
la conducta y deseos de papá, cómo
planear para el futuro financiero de él
y mamá, y cómo actuar en emergencias.
El Centro de Salud de Envejecientes
recomendó que inscribiésemos a papá
en el programa de Cuidado Diurno de
Adultos, el cual funcionó maravillosamente
ya que pasa cinco días a la semana
supervisado por un enfermero, puede
socializarse y estar físicamente activo
y además recibe dos comidas cada día.
Hasta realiza viajes con el grupo.
Tres años más tarde, papá aún vive
en su hogar, su memoria ha declinado
lentamente y tenemos que ayudarlo a elegir
su ropa cada día. Sin embargo, ahora no
hay discusiones. Mamá está segura
y ya no se preocupa. Mi esposo y yo
los continuamos visitando regularmente,
pero todos sabemos qué hacer ahora
y qué roles tenemos para que nuestra
vida sea menos agitada. Ya no recibimos
esas llamadas de emergencia y, más
importante, mi padre vive en su propio
departamento con mi mamá y ambos
están envejeciendo pacíficamente.
“Un día, estaba tan confundido y molesto que trató de golpear
a mamá. Fue un día tristísimo cuando pensamos que cabía
la posibilidad de que papá ya no podría vivir en el hogar.
Nunca nos imaginamos que íbamos a tener que pensar
en esto, pero la seguridad de mamá era también importante.”
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SU
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